sábado, 15 de julio de 2017

Una lengua nativa se desangra
La gente que conoce el Caribe
solo por sus palmeras y mares azul turquesa
me preguntan qué idioma
hablamos en Trinidad y Tobago.
Yo respondo, "inglés".
"Hablamos inglés".

Pero cuando estas palabras se escapan de mis pulmones,
una rabia callada corre tras ellas
abrasando mis entrañas
liberando un resquicio de fuego
y de historia chamuscada.

Sabes,
nuestro inglés no es el inglés
que se habla en los Palacios de Buckingham
en los tés de las cinco.
Nuestro inglés guarda los restos
de las invasiones imperialistas,
el saqueo de mentes y cuerpos,
para arrojarlos en tierras extranjeras para su beneficio.

Y así, para rememorar el idioma de esta tierra olvidada
comenzamos a re-memorar vuestro inglés
infundiendo ritmos rituales entre
los bolsillos de vuestras estrofas.

Hablamos en sílabas cortadas a machete
que derramaban sangre
deformadas y diluidas
por vuestra dicción blanca.
Cantamos con lenguas gruesas
que se rebelaban contra las pronunciaciones anglicanizadas:
los brazos muertos de África
arrojando lanzas fantasmagóricas a cada palabra
mutilando las frases
como las espaldas negras en los campos de caña de azúcar,
deformando su estructura
volviendo a coser los adjetivos y verbos
haciendo de los pronombres comunes objetivo
el aborto del cuerpo
del idioma de la Reina.

Algunos me dicen que algunos trinitenses
suenan como los británicos
pero no importa si es verdad,
me niego a oírlo.
Porque cuando los británicos oyen música
puede que bailen
pero cuando cualquier trinitense oye sonar el tambor
no paramos de bailar a su ritmo.
La música nos exorciza
y rezamos por que con cada gota de sudor
se agote cada ápice de Europa
que aún quede en nuestra piel.
Quizás el meneo y el giro
de caderas y muslos
nos recuerde el dolor
de la contorsión
de nuestras madres fallecidas
cuyas lenguas nativas
se desangraron en el cascote del barco calabozo.

La gente dice que he perdido el acento
tras mi inmersión en las calles de la ciudad de Nueva York
pero no escuchan bien
porque si quitaran la piel de mis palabras
como la carne del amo quemado
en las plantaciones por hombres
que se negaron a ser humillados,
el hedor de la rebelión
invadiría sus pulmones,
impidiéndoles decir otra cosa.

Al contrario que mi tatarabuelo
al que dieron el nombre de Joko,
mi acento es libre.
Viene y va como quiere.
Pero el espíritu de su pasado
me perseguirá hasta la eternidad.
Y hasta que pueda encontrar las palabras
de su dialecto original
para garabatear en su lápida
nunca encontrará un lugar sagrado donde descansar.

Desiree Bailey, de Trinidad y Tobago.
Escucha a la poeta aquí



lunes, 3 de julio de 2017

Elegía africana
Somos los milagros que hizo Dios
para probar el amargo fruto del Tiempo.
Somos valiosos
y un día nuestro sufrimiento
se convertirá en las maravillas de la tierra.

Hay cosas que ahora me queman
que tornan doradas cuando soy feliz
¿Ves el misterio de nuestro dolor?
Que soportamos la pobreza
y somo capaces de cantar y soñar dulzuras.

¿Y que nunca maldecimos el aire cuando es cálido
o la fruta cuando sabe tan bien
o las luces que se deslizan suavemente en las aguas?
Bendecimos las cosas incluso en nuestro dolor.
Las bendecimos en silencio.

Por eso nuestra música es tan dulce.
Así, el aire recuerda.
Existen milagros secretos en juego
que solo el Tiempo producirá.
Yo también he oído a los muertos cantar.

Y me dicen que
la vida es buena.
Me dicen que viva tranquilamente
con fuego y siempre con esperanza.
Existe el prodigio aquí

y hay sorpresa
en todo lo que mueve lo invisible.
El océano está lleno de canciones.
El cielo no es un enemigo.
El destino es nuestro amigo.

An African Elegy
We are the miracles that God made
To taste the bitter fruit of Time.
We are precious.
And one day our suffering
Will turn into the wonders of the earth.

There are things that burn me now
Which turn golden when I am happy.
Do you see the mystery of our pain?
That we bear poverty
And are able to sing and dream sweet things

And that we never curse the air when it is warm
Or the fruit when it tastes so good
Or the lights that bounce gently on the waters?
We bless things even in our pain.
We bless them in silence.

That is why our music is so weet.
It makes the air remember.
There are secret miracles at work
That only Time will bring forth.
I too have heard the dead singing.

And they tell me that
This life is good
They tell me to live it gently
With fire, and always with hope.
There is wonder here

And there is surprise
In everything the unseen moves.
The ocean is full of songs.
The sky is not an enemy.
Destiny is our friend.

Ben Okri, "An African Elegy", London: Vintage, 1992, p. 41