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viernes, 20 de septiembre de 2024


 FEMME NOIRE


El movimiento de la Negritud en la primera mitad del siglo XX, fundado por un grupo de negros estudiantes en la Sorbona en París (Sédar Senghor, Aimé Césaire, etc.), reivindicaba los valores de África frente al desprecio de las colonias, sobre todo de Francia. El movimiento supo apropiarse de ciertos valores como la hermandad, la espiritualidad, la sensualidad, etc., que se contraponían a los valores occidentales, para revalorizar la cultura africana y refutar las representaciones coloniales de África. Sin embargo, al tomar el símbolo de la Mujer Negra como personificación del mito de la Negritud, donde la imagen negativa de África como salvaje y traidora se sustituía por una imagen de África cálida, sensual, fructífera y fecunda, se perpetuaba la imagen maniquea de género dando a la mujer un papel pasivo, virginal, primitivo y más que de sujeto, de objeto.


Rompiendo con este tropo maniqueo, en los dos poemas de mujeres que proponemos aquí la imagen de África no es ni lírica ni sensual: el primero, “Dama de la mañana”, de Joyce Ashuntantang, de Camerún, muestra el cuerpo de la mujer como representación del continente, efectivamente, pero de un continente víctima de la colonización, del reparto de fronteras y la explotación de sus recursos. En cambio, la imagen de África en el poema de la somalí Warsan Shire, “Fea”, es la fealdad de un continente de guerra y conflictos, reflejado en la fealdad de una niña de la diáspora.

Dama de la mañana, de Joyce Ashuntantang, Camerún1

No recuerdo su rostro pero la cicatriz de su mejilla me sigue a todas partes

Como las fronteras coloniales, no tenía ningún sentido

No vio mi rostro ni quiso verlo

Habían colocado su cuerpo, como África, sobre una mesa

Desnuda por la pobreza, le habían robado la lengua

Su nombre podía ser Arrah, Bih o ninguno.


Ella abrió todo un pozo de diamantes

Yo intenté apropiármelo todo, tan solo dejé

el sudor, los plañidos, la cultura, el lenguaje y yo qué sé qué más.


No era una mujer nocturna,

era una dama de la mañana,

la cara lavada,

la cicatriz maquillada.

Estaba preparada para otro

reparto de África.


Fea, de Warsan Shire, Somalia2

Tu hija es fea.

Conoce la pérdida íntimamente,

lleva ciudades enteras en el vientre.


De niña, los familiares no la cogían en brazos.

Era astillas de madera y agua de mar.

Les recordaba a la guerra.


En su décimo-quinto cumpleaños le enseñaste

a atarse el pelo como una cuerda

y ahumarlo sobre incienso quemado.


La obligabas a hacer gárgaras con agua de rosas

y cuando tosía, le decías

Las niñas macaanto3 como tú no deberían oler

a soledad o vacío.


Tú eres su madre,

¿por qué no la avisaste,

la tomaste como un barco que se pudre

y le dijiste que los hombres no la querrán

si se cubre de continentes,

si sus dientes son pequeñas colonias,

si su estómago es una isla,

si sus muslos son fronteras?


¿Qué hombre quiere yacer

y ver el mundo arder

en su dormitorio?


El rostro de tu hija es un disturbio,

sus manos son una guerra civil,

un campo de refugiados tras las orejas,

un cuerpo sucio con cosas feas.


Pero Dios mío,

¿no crees que lleva

bien puesto el mundo?


1Okoro, D. (ed.), We Have Crossed Many Rivers. New Poetry from Africa. Lagos: Malthouse, 2012, traducción de Eva Torre

2Shire, W., Teaching my Mother How to Give Birth. UK: Mouthmark, 2011, traducción de Eva Torre

3Macaanto: término somalí que signific a “dulzura”, “ternura”

domingo, 21 de mayo de 2017

Hablando sobre el hogar (en el Centro de Deportación)
Bueno, creo que mi casa me escupió, los apagones y toques de queda como una lengua contra unos dientes a punto de caer. Dios, ¿sabes lo difícil que es hablar sobre el día que tu propia ciudad te arrastró del pelo, delante de la vieja prisión, delante de las puertas del colegio, delante de los torsos ardiendo erigidos en estacas como banderas? Cuando me encuentro a otros como yo reconozco la nostalgia, lo perdido, la memoria de ceniza en sus rostros. Nadie abandona su casa a menos que su casa sea la boca de un tiburón. He llevado el viejo himno en la boca durante tanto tiempo que no hay sitio para otra canción, otra lengua u otro idioma. Conozco una vergüenza que amortaja, sepulta totalmente. Allah Ceebta, rasgué y me comí mi propio pasaporte en el hotel de un aeropuerto. Estoy hinchada del idioma que no me puedo permitir olvidar.
*
Me preguntan que cómo llegué aquí. ¿No lo ves en mi cuerpo? El desierto de Libia rojo de cuerpos de inmigrantes disparados a la cara por intentar entrar, el Golfo de Aden hinchado de cuerpos de inmigrantes. No habría metido a mis hijos en el barco a menos que pensara que el mar era más seguro que la tierra. Espero que el viaje significara más que millas porque todos mis hijos están en el agua. Quiero hacer el amor pero mi pelo huele a guerra y a correr y correr. Mira todas estas fronteras, con espuma en la boca de cuerpos marrones rotos y desesperados. Soy del color del sol caliente en la cara, los restos de mi madre nunca fueron enterrados. Pasé días y noches en el estómago del camión, no salí siendo la misma. A veces parece que otro llevara mi cuerpo.
*
Conozco pocas cosas verdaderas. No sé dónde voy, de dónde vengo se desvanece, no soy bienvenida y mi belleza no es belleza aquí. Mi cuerpo quema de la vergüenza de no pertenecer aquí, mi cuerpo anhela. Soy el pecado de la memoria y la ausencia de la memoria. Veo las noticias y mi boca se convierte en una pila llena de sangre. Las líneas, las formas, la gente en las mesas de escritorio, las tarjetas de llamada, los funcionarios de inmigración, las miradas en la calle, el frío depositándose en mis huesos, las clases de inglés nocturnas, la distancia de mi casa. Pero Alhamdulilah todo esto es mejor que el olor de una mujer en llamas, o un cargamento de hombres que se parecen a mi padre, arrancándome dientes y uñas, o catorce hombres entre mis piernas, o una pistola, o una promesa, o una mentira, o su nombre, o su masculinidad en mi boca.
*

Les oigo decir, vete a tu casa, les oigo decir, jodidos inmigrantes, jodidos refugiados. ¿De verdad son tan arrogantes? No saben que la estabilidad es como un amante con una dulce boca sobre tu cuerpo un segundo y el siguiente eres un temblor tumbada en el suelo cubierta de escombros y vieja moneda esperando la vuelta. Todo lo que puedo decir es que yo era como tú, la apatía, la pena, la ingrata ubicación y ahora mi casa es la boca de un tiburón, ahora mi casa es el cañón de una pistola. Te veré al otro lado.
Warsan Shire

domingo, 29 de noviembre de 2015

HOME
Nadie deja su casa a menos que el hogar sea la boca de un tiburón sólo corres hacia la frontera cuando ves toda la ciudad corriendo también tus vecinos corriendo más rápido que tú el aliento sangriento en sus gargantas el muchacho que fue a la escuela contigo, el que te besó detrás de la antigua fábrica de
 estaño está sosteniendo un arma más grande que su cuerpo sólo sales de tu casa cuando el hogar ya no te aloja. Nadie se va a menos que su hogar le persiga con fuego bajo los pies sangre caliente en su vientre es algo que nunca has pensado hacer hasta que la hoja de acero amenaza tu cuello y aun entonces llevas el himno bajo tu aliento solo rasgando tu pasaporte en un baño de aeropuerto llorando con cada bocado de papel que te asegura que no regresarás.
Tienes que entender que nadie pone sus hijos en un barco a menos que el agua sea más segura que la tierra que nadie se quema las manos bajo los trenes debajo de carros que nadie pasa días y noches en el estómago de un camión alimentándose con periódicos a menos que las millas recorridas signifiquen algo más que el viaje. 
Nadie se arrastra bajo cercas nadie quiere ser golpeado escupido nadie elige los campos de refugiados o búsquedas de comida donde el cuerpo queda dolorido o en la cárcel, porque la prisión es más segura que una ciudad de fuego y un guardia de la prisión en la noche es mejor que un camión cargado de hombres que lucen como tu padre. Nadie puede soportarlo nadie podría digerirlo ninguna piel sería lo suficientemente fuerte.
El váyanse a sus casas negros refugiados sucios inmigrantes, solicitantes de asilo dejando secos a nuestros países, negros con sus manos pedigüeñas. Ellos huelen extraño, salvajes arruinaron su país y ahora quieren arruinar el nuestro cómo hacen las palabras las miradas sucias ruedan sobre sus espaldas tal vez porque el golpe es más suave que un miembro cortado o las palabras son más tiernas que los catorce hombres entre tus piernas o los insultos son más fáciles de tragar que los escombros que el hueso que el cuerpo de tu niño en pedazos.
Quiero ir a casa, pero mi hogar es la boca de un tiburón hogar es el cañón de la pistola y nadie querría salir de casa a menos que la casa te persiga hasta la orilla a menos que la casa te diga que aceleres tus piernas dejes la ropa detrás que avances cuerpo a tierra a través del desierto vadees atravieses los océanos te ahogues te salves estés hambriento, pide limosna olvídate del orgullo la supervivencia es más importante.
Nadie sale de casa hasta que el hogar es una voz sudorosa en tu oído diciendo: -vete, corre lejos de mí ahora. 
No sé en lo que me he convertido pero sé que cualquier lugar es más seguro que aquí. 

Warsan Shire, poeta somalí
Para escuchar a la poeta:

sábado, 10 de octubre de 2015

LA TRIBU DE LOS BOSQUES

Anoche retuve a mi hija en el suelo
extendí sus miembros por el bosque
la acosté allí para descansar
exprimí frutos del bosque en su boca
y dejé que me chupara los nudillos.

entregué  mi hija a un hombre,
ofrenda que me tensó el estómago
de deseo, él extendió los miembros de ella
por el pueblo,
yo rezaba para que ella sintiera algo,
retorcida bajo él como
las mujeres al otro lado de la frontera,
intenté oír su gemido,
pero no oí nada.

mi propio marido entra como una marea
en la humedad de otra mujer
mi lecho marital es un hoyuelo
por el que demoro mi lengua, mi cuerpo nunca ha sentido
el calor, mi espalda nunca se ha arqueado.

anoche entregué mi hija a una barca
puse mis oraciones en la palma de sus manos y
le dije que acallara las lágrimas
las mujeres como nosotras no nos podemos permitir
ser débiles
y mi deseo es diferente al de mi nieta.

mi hija maldecirá mi nombre en un hospital extranjero
donde su débil cuerpo embarazado
será inspeccionado por un médico de labios duros
que preguntará "¿qué le ha pasado a esta mujer?"

dile que tu madre lo tomó
una tribu de mujeres la tribu de los bosques
un filo afilado el hacha
el folklore como religión
pero dile que tu madre no tenía mala intención
y prométeme
que enseñarás a mi nieta
que el deseo no es una vergüenza.

(Poema contra la Mutilación Genital Femenina)

Warsan Shire, somalí
Para escucharla: http://badilishapoetry.com/warsan-shire/