martes, 24 de septiembre de 2024

 

UHURU, LIBERTAD

En la época del gobierno colonial, los temas de las mujeres poetas no diferían de los que les preocupaban a los hombres: la opresión colonial y la denuncia de las atrocidades incluso son expresados con más ardor y pasión por las mujeres. El compromiso político y la reivindicación nacional impregna muchos de los textos de las escritoras africanas. En este sentido, las autoras lusófonas han sido pioneras, sufriendo incluso prisión por sus actividades nacionalistas.

La mozambiqueña Noémia de Sousa fue la primera mujer africana que alcanzó reputación internacional como poeta, jugando un papel principal en los movimientos de protesta, primero de la Negritud y más tarde contra los opresores colonialistas. En su poema “La llamada”, de Sousa hace una doble llamada de desafío contra dos opresiones, la colonial y la del hombre africano, retratando a una mujer rural vendedora de carbón de leña que es utilizada por sus propios hombres como factoría de bebés y reducida a la pobreza por la economía colonial. Esta mujer del bosque, que anuncia sus mercancías con voz estrangulada y cansada, es a la vez apaleada como un burro con la maternidad esclava y sometida psicológicamente por la autoridad colonial.

La llamada, Noémia de Sousa, Mozambique1

¿Quien ha estrangulado al fin la cansada voz

de mi hermana, que venía del bosque?

De repente, su llamada a la acción

se perdió en el fluir del día y de la noche.

Ya no llega con cada amanecer,

agotada de su largo paseo

kilómetro tras kilómetro ahogada

en el eterno grito: ¡Macala!



No, ya no viene más, húmeda por la fina lluvia,

cargada de niños y resignación…

Un niño a sus espaldas y otro en sus entrañas,

- ¡una y otra vez!;

y con un rostro resumido en su mirada serena

una mirada que no puedo recordar sin que

mi carne y mi sangre se dilaten temblorosas,

sintiendo revelaciones y afinidades…

- ¿Pero quién ha prohibido que su infinita mirada

venga a alimentar mi avidez de hermandad,

la que mi pobre mesa nunca será bastante para satisfacer?



Io mamane, ¿quién puede haber matado la noble voz

de mi hermana, que venía del bosque?

¿Qué cruel y brutal látigo

la ha golpeado hasta la muerte?


- En mi jardín florece todavía la seringa,

pero como un mal presagio en sus flores púrpura

en su intenso inhumano aroma,

la envoltura de ternura regada por el sol

sobre la ligera alfombra de pétalos

ha esperado desde el verano para que el hijo de mi hermana

venga a descansar sobre ella. ..

En vano, en vano

un chirico canta y canta posado en los juncos del jardín,

para el niño de mi lejana hermana,

víctima de las auroras vaporosas del bosque.



¡Ah! Yo sé que el último día

había un brillo de adiós

en aquellos ojos nobles,

y su voz llegaba como un susurro áspero,

trágico y desesperado…

¡Oh, África, tierra materna, respóndeme!

¿Qué le ha sucedido a mi hermana, que venía del bosque,

que ya no viene a la ciudad

con sus eternos niños,

(uno en sus espaldas, y otro en sus entrañas),

con su eterno pregón de vendedora de leña?

¡Oh, África, tierra materna,

tú al menos no abandonarás jamás a mi heroica hermana,

ella vivirá siempre en el orgulloso monumento de tus brazos!


1Chipasula S. & F. (eds.), The Heinemann Book of African Women’s Poetry. Oxford: Heinemann, 1995, pp. 164-5, traducido de la versión inglesa de Mario de Andrade del francés de Jacques-Noël Gouat

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