sábado, 17 de octubre de 2015

EL DÍA QUE PLANTAMOS A PADRE

En abril lo plantamos
en un atardecer fresco y tranquilo
que se balanceaba al borde
de una profunda y oscura eternidad

Las profundas y oscuras entrañas
suavizadas por los aguaceros de abril
(regeneradores, rejuvenecedores)
se abrieron, se lo tragaron
mientras, valientes, cantábamos
y no llorábamos, al menos no entonces

La tierra herida, perturbada y sombría
caía a golpes secos sobre la tapa del ataúd
las duras palas oscilaban despreocupadas
las mujeres aullaban mientras nosotros
valientes, no llorábamos, encendíamos velas
y cantábamos versos comprensivos a
Dios que nos ama y necesitaba a nuestro padre
más que nosotros

Al tercer día,
Padre, como no era Jesús,
no se levantó. Así que ellos
torpemente amortiguaron su pena
en plumas de comida y bebida

¡Cómo le habría disgustado esto a Padre!

Atrapados en la eternidad
de la suave tierra-carne
los tenaces huesos
mientras nosotros, atrapados en la vida
hacíamos luto con rabia impotente
mientras su vida y su memoria
se escurría entre nuestros desesperados dedos -
vestidos con su ropa -

Era abril cuando le plantamos
pero no floreció.

Rosemary Ekosso, de Camerún.

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